Sí, de nuevo aparece el tan machacado tema del botellón. De hecho, creo que nunca desaparecerá de las líneas de los periódicos, ya que nuestros jóvenes no parecen querer abandonar esta “divertida” práctica.
El problema no radica en la costumbre de beber en las calles, plazas o parques de nuestra ciudad, sino en el poco respeto que se tiene por las infraestructuras. No se puede meter a todo el mundo “en el mismo saco”, pero parte de estos chavales se dedican a romper cosas, desde bancos hasta farolas. Para evitar esto, muchos Ayuntamientos han querido espantar a los jóvenes enviando policías a los lugares donde se realizaba esta práctica.
Esto ha hecho que los chicos busquen otros lugares para seguir con su fiesta, por ello, han decidido trasladarse a otros sitios como zonas naturales y bosques.
Concretamente en Burgos, esto ocurre todos los fines de semana, cuando los jóvenes deciden llevar su botellón a zonas de El Castillo, Fuentes Blancas o el Monte de Bellavista. Puede que así no molesten a los vecinos como lo hacían antes, ni destrocen farolas y bancos, pero, ¿los árboles y las plantas no cuentan? No hay que olvidarse de ellos, ya que cuesta mucho conservarlas y nos son de más ayuda de lo que pensamos. Parece que cuanto más se alejen estos chicos y su botellón de nosotros, menos problemas causarán, pero esto no es así. Porque no veamos desde nuestras ventanas los desperfectos que pueden estar causando, no quiere decir que no existan.
Pregunte usted al personal de limpieza, que se encarga de recoger cada mañana del fin de semana los restos de este “escondido” botellón, si el estar más lejos de las zonas céntricas de la ciudad hace que se resuelva el problema del que venimos hablando. Los daños que pueden causar en estas zonas verdes pueden no curarse con dinero, como ocurre en zonas urbanas. Con esto, no se quiere justificar nada, pero tal vez deberíamos parar un rato y pensarlo. Una planta o un árbol puede tardar años, incluso siglos en crecer.
Ahora que el botellón no está debajo de nuestras casas, no debemos hacer oídos sordos al problema, ya que está destrozando parte de nuestro Cinturón Verde. Sí, nuestro, ya que pertenece a todos los ciudadanos burgaleses y por ello, debemos cuidarlo y respetarlo como se merece.
A veces, cuando se quiere buscar una solución, acaba apareciendo otro problema. Es el pez que se muerde la cola.
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